
Hoy en día celebramos el fin de año en el contexto de la Navidad, reunidos en familia y despidiendo el año con la costumbre de las doce uvas y el brindis que da la bienvenida al año nuevo. Pero ¿Cómo celebraban el cambio de año en la antigua Roma?, Lo cierto es que en algunos aspectos no es una celebración tan distinta.
El cambio de año romano se producía dentro del contexto de las fiestas conocidas como Las Saturnalias, consagradas a Saturno. Esta festividad que duraba una semana (entre el 17 y el 23 de Diciembre) conmemoraba la Edad Dorada, la edad donde Saturno dominaba el cosmos, y era entendida como una época de Caos y excesos. Por ello al comienzo de las fiestas se escogía un rex (rey) de las Saturnalias, un Saturno, por así concebirlo, que se escogía entre los presos condenados a muerte. Durante la semana de este reinado el orden social establecido se invertía y todo era ocio y caos. Los esclavos podían burlarse de sus amos y hacerse servir la mesa, los soldados podían usurpar el puesto de sus mandos y salir con las insignias comandando tropas para realizar toda clase de lujuriosas pillerías. Durante esa semana todo era caos, libertinaje, banquetes y desenfreno. Pero como la Edad de Oro, la Saturnalias finalizaban con la muerte de su rey, y la llegada de nuevo del orden. Durante estos días, la estatua de Saturno, que estaba durante todo el año atada con una cinta de lana en su templo debajo del Capitolio, se desataba, símbolo de regreso a la Edad de Oro.
Esta festividad tenía lugar en Diciembre, y no comenzaba el año en primavera cuando comenzaba el ciclo de la cosecha, debido a que Rómulo (según la tradición) agregó dos meses más al calendario Romano (que hasta entonces contaba con 10 meses), de este modo enero y febrero se agregaban como el símbolo de la edad oscura (la noche) donde durante su reinado Saturno creaba el mundo, así cada año nuevo, Saturno renovaba el mundo.
Es en este contexto donde debemos presentar la festividad de bienvenida del año nuevo. Los romanos consagraban esta festividad a Jano (de ahí la raíz de los meses de enero en inglés o en Francés). Jano era un dios dotado de dos caras, cada una mirando hacía un lado opuesto, por ello a Jano le eran consagrados todos los cambios de etapas y todas las festividades de transición, entre ellas el cambio de año; donde Jano miraba el año que pasaba y el año que llegaba.
Enero –Ianurius- se consagró a él y el sacerdote ofrecía cebada, sal y una tortilla con queso, harina, huevos y aceite preparados en el horno.
Entre los romanos la costumbre era invitar a amigos e intercambiar un vaso con miel, dátiles e higos, como símbolo de la dulzura deseada para el nuevo año. Además se intercambiaban unos ramitos de laurel para augurar fortuna y felicidad.
Como último punto curioso, a diferencia de nuestro Año Nuevo, Ovidio nos cuenta que las Calendas de enero (el 1 de Enero) no era un día de fiesta, si no que tras un ritual a Jano, cada uno desempeñaba su oficio, de este modo se esperaba consagran un año entero no ocioso.
¿Qué costumbres navideñas hemos heredado de Roma?
Si hace unos días aprendíamos sobre los orígenes paganos de la Navidad en su vertiente religiosa, hoy nos centraremos en las raíces de las costumbres que anualmente llevamos a cabo para despedir el año e iniciarlo con buen augurio: reuniones familiares, aguinaldo, intercambio de regalos… De nuevo tenemos que fijar nuestra atención en Roma para comprender el origen de estos hábitos, también en la esfera de lo religioso, de la mano de la diosa Strenia. De origen sabino, esta divinidad femenina fue adoptada por los romanos como símbolo de la salud, prosperidad y fortuna que se auguraba para el nuevo año. Son dos los autores, Varrón y Festo, los que afirman, respectivamente, que en honor a la diosa se dedicaron un sacellum y un bosque sagrado o lucus, junto a la Via Sacra.
El origen de este intercambio de dones augurales (denominados strenae según la tradición) se atribuye a Rómulo (753-717 a.C.), quien, tras fundar Roma, recibió de parte de los ciudadanos ramas cogidas del bosque de la diosa, estableciéndose como fiesta anual.
Otra de las tradiciones indica que habría sido Tito Tacio (+745 a.C.) el primero que cogió una rama de un árbol del lucus de Strenia como buen augurio para el año que se iniciaba, convirtiéndose en conmemoración anual. Sin embargo, el comienzo del año en el calendario de Rómulo era completamente diferente al actual. Entonces, su inicio se producía en Martius, celebrándose la festividad de la diosa a comienzos de ese mes, y finalizaba en December. Numa Pompilio (716-654 a.C.) añadió dos meses más: Ianuarius y Februarius, trasladándose así la fecha a comienzos del primer mes. Con las reformas de Julio César (45 a.C.), el primer día de enero quedó dedicado a la diosa Strenia. Ese día, una procesión partía del sacellum de la diosa, portándose ramas del bosque sagrado situado a los pies del Esquilino, siguiéndose la Via Sacra, junto a la que estaría situado el templo, según Varrón. Además, para asegurar un buen año, el día de Strenia los siervos entregaban algún regalo a sus señores y los ciudadanos realizaban ofrendas a la diosa.
La importancia del intercambio de dones la encontramos unos años después con Domiciano (81-96 d.C.), quien, al instaurar las Saturnalia (17-23 de diciembre), entre las costumbres llevadas a cabo, destacaban la de intercambiar objetos con intención, una vez más, de prosperidad y augurio, regalos que fueron haciéndose más suntuosos dependiendo el grupo social, conteniendo representaciones de las primitivas ofrendas a la diosa (monedas, dátiles, higos, hojas de laurel… Ejemplo de ello son numerosas lucernas y adornos en vidrio).
Con la llegada del Cristianismo los diversos cultos se utilizaron para adaptar un nuevo calendario sobe festividades paganas. ¿Está también la Epifanía ligada a la diosa sabina Strenia? En nuestro caso, la Navidad, a pesar de haberse establecido sobre cultos paganos como los que han sido tratados en otros artículos, observamos que jamás pudieron ser eliminadas las costumbres que hoy en día permanecen: reunirnos en familia, intercambiar regalos y desear a los nuestros un año de prosperidad. Queda bastante clara la relación del presente actual con el pasado romano ligado a la diosa Strenia, ¿verdad? Llegados hasta aquí sólo queda desearos a todos una “¡Feliz Navidad!”
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peche.