Piedra ROSETTA: 1 de los MAYORES hallazgos de la HUMANIDAD RESUELTO para TI

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  • 28 julio, 2018

En 1789 Napoleón, en pleno apogeo expansionista, invadió Egipto arrebatándolo de la influencia otomana. Pero no era una conquista cualquiera, no era una muesca más en el revólver del Gran Emperador, una medalla más en su iluminado pecho. No era lo mismo y Napoleón lo sabía. Por eso preparó la expedición y posterior asentamiento en la costa egipcia con gran meticulosidad.

El temible ejército francés estaba compuesto esta vez por algo más que gente de armas. Profesores e investigadores fueron reclutados con el propósito de recabar toda la información posible de la apasionante cultura egipcia que día tras día se hacía con mayor protagonismo en la sociedad europea; rodeada de misterio, de prestigio, de grandeza. Napoleón no quería desaprovechar la oportunidad de hacerse con los fantásticos tesoros que el país africano ofrecía.

El gran descubrimiento.

Conforme el ejército francés fue avanzando y ganando terreno, se creaban campamentos y pronto empezaron los procesos de extracción de artefactos y su estudio. Y tenían trabajo. ¡Vaya que si tenían! No paraban de aparecer artefactos antiguos de todo tipo. En una de esas jornadas de trabajo de campo junto al puerto de la ciudad de Rosetta, asomó la cabeza una extraña piedra oscura que llamó la atención de los investigadores en seguida por lo que fue transportada al Institute d’Egypte en El Cairo en 1799.

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La piedra, de basalto oscuro con una leve tonalidad rosácea, de 1’14 metros y de gran peso, contaba con una serie de inscripciones en diferentes lenguas, tres en concreto. Un descubrimiento excepcional que sorprendió a propios y extraños por el gran valor histórico de la pieza. Todo hacía indicar que la piedra contenía un mismo texto en tres escrituras diferentes. ¡Y una de ellas era jeroglífica!

Las escrituras era griego antiguo, demótico (antigua escritura egipcia utilizada por la administración y en la literatura antigua) y como digo, jeroglífico.

La Clave de Piedra Rosetta.

Este hallazgo abría la puerta a una posible traducción de la escritura jeroglífica. Se conocía el griego antiguo y el demótico, por tanto, era cuestión de tiempo hacerse con la traducción jeroglífica. Y todo esto en un contexto bélico en el que los franceses estaban dispuestos a defender cada palmo de terreno conquistado.

Pero los británicos, con el comandante Nelson a la cabeza, plantaron batalla en las costas egipcias y en 1801 llegaron a El Cairo acorralando al ejército de Napoleón.

En ese momento, empezó una patética disputa entre las dos principales potencias mundiales del momento por hacerse con los artefactos. De cualquier manera, la piedra cayó en manos británicas y en 1802 fue cargada en un barco con destino a Londres donde se presentó como un verdadero tesoro. Y arrebatada a los franceses.

La traducción de los Jeroglíficos

Como tantos otros acontecimientos en la Historia de la Humanidad, la piedra Roseta vivió una irónica situación:

Olvidada y perdida en el tiempo por los egipcios, descubierta por los franceses, “adquirida” por los ingleses… y traducida por un francés.

Pero para que fuera traducida, antes tuvo que pasar por muchas manos; mejor dicho, por muchos ojos. El sueco Johan Akerblad consiguió descifrar algunos de los nombres comparando los textos griego y demótico. Era un comienzo. Más tarde, el inglés Thomas Young tomó el relevo de Akerblad y cayó en la cuenta de que los signos de los cartuchos que aparecían en el texto egipcio debían de hacer referencia a nombres reales. Y desde ahí empezó Jean François Champollion su trabajo.

Champollion no era un cualquiera. Su especialidad eran las lenguas. Desde joven dominaba más de una docena de lenguas. Y en 1822, año del descubrimiento de Tutankhamon, empezó a estudiar la piedra con el objetivo de averiguar el lenguaje jeroglífico. Él sabía que la respuesta estaba en ese pedazo de piedra. No había que buscar más allá. Esa piedra le iba a llevar a descifrar una escritura milenaria usada por una grandiosa civilización cuya Historia se encontraba en pleno apogeo.

Lo primero que hizo fue asignar sonidos a cada uno de los glifos por semejanza con los nombres y sonidos del texto griego. Casualidades de la vida Champolión fue a visitar la ciudad de Dorset donde hay un monumento, en concreto un obelisco perteneciente al templo de Philae con una inscripción que aparece también en dos lenguas: griego y jeroglífico. El destino dirían algunos; la suerte, otros. Lo cierto es que allí comprobó para su asombro que Young tenía razón. Los glifos en los cartuchos de ese monumento eran idénticos a los que contenía la Piedra Rosetta.

¡Los nombres de Ptolomeo y Cleopatra!

Ya casi lo tenía. Ya casi podía tocarlo con los dedos. El gran éxito de su vida. El descubrimiento que cambiaría para siempre la perspectiva sobre la cultura egipcia. La traducción de los jeroglíficos estaba más cerca que nunca. Dentro de ese gran elenco de lenguas que dominaba se encontraba el copto, una lengua egipcia procedente del demótico, más antigua. Esto le hizo pensar que siendo la una el producto de la otra, tendrían gran similitud y, por ende, el jeroglífico con el demótico también. Con el fin de comprobar definitivamente la teoría de los cartuchos, se hizo con unos dibujos de los jeroglíficos encontrados en Abu Simbel descubiertos por un forzudo muy peculiar para certificar que sí; eran iguales. Y de este modo pudo traducir el nombre de RAMSES, a partir del cual fueron saliendo otros significados de otros símbolos.

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¡Eureka! El jeroglífico se destapaba al mundo. En 1822 Champollion publicó Précis du Système Hiéroglyphique con su fascinante descubrimiento. Se abría así el conocimiento a la civilización egipcia, su vida cotidiana, sus creencias, etc. Convirtiendo a Egipto en la cultura antigua más atractiva de la época, a lo que contribuyó también los grandes descubrimientos de los felices años 20.

¿Qué dice la Piedra de Rosetta?

Lo que desempolvó la traducción de la piedra fue un texto escrito por unos sacerdotes del período Ptolemaico, en el 196 a.C., donde se reflejaba un decreto que ensalzaba la figura del faraón Ptolomeo V en el primer aniversario de su reinado alabando todas las cosas buenas que el faraón había hecho para la gente de Egipto. Período de gran convulsión política.

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El texto aparece en tres idiomas porque eran los tres que se utilizaban en la época en esa región: jeroglífico (usado básicamente por los sacerdotes, que en esa época eran prácticamente los únicos que sabían escribirlo), endemótico (como escritura autóctona) y el griego (la escritura utilizada por el poder). Para que te hagas una idea es como si una Comunidad Autónoma con varios idiomas co-oficiales, publica un comunicado en ambas lenguas y en el año 6000 (dentro de 4000 años) encuentran el texto. Sería todo un descubrimiento.

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