
Esta ilustración muestra una estela brillante de material procedente de una estrella que está siendo devorada por un agujero negro supermasivo en una fulguración de destrucción por marea. Crédito: NASA/JPL-Caltech.
Hasta hace poco se suponía que nada podía escapar de un agujero negro, ni siquiera la luz; sin embargo, este pensamiento ha comenzado a ponerse en entredicho. En 2015 la NASA publicó un vídeo en el que se intentaba representar lo que ocurre cuando una estrella es tragada por un agujero negro.
Cuando una estrella se desplaza demasiado cerca de uno de estos agujeros, intensas fuerzas de mareas desgarran la estrella hasta que es consumida por completo. Estos acontecimientos se llaman “perturbaciones de mareas”, y durante los mismos, algunos restos de la estrella son lanzados hacia el exterior a alta velocidad mientras que el resto es arrastrado hasta el agujero negro.
Ahora los astrónomos poseen más datos acerca de las fulguraciones producidas por la destrucción por fuerzas de marea de estrellas. Dos estudios nuevos muestran cómo el polvo de los alrededores absorbe y reemite su luz, como si se tratase de ecos. Esto permite a los científicos medir las energías de este tipo de fulguraciones con mucha mayor precisión.
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«Se trata de la primera vez que hemos visto con claridad los ecos en luz infrarroja de múltiples episodios de destrucción por marea», comenta Sjoert van Velzen (Johns Hopkins University).
Las fulguraciones de los agujeros negros que comen estrellas contienen radiación de alta energía, incluyendo luz ultravioleta y rayos X. Estas fulguraciones destruyen todo el gas que permanece cerca de un agujero negro. Pero a una cierta distancia de un agujero negro, el polvo puede sobrevivir porque la radiación de la fulguración que le llega no es tan intensa. Después de que el polvo superviviente es calentado por una fulguración, emite radiación infrarroja, cuya medida permite conocer las fulguraciones y la naturaleza del propio polvo.