Descubre al otro Jesús según Evangelios Apócrifos que la Iglesia escondió.

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  • 4 abril, 2019

Antes de la información, aprovechamos la ocasión para presentaros nuestro libro, el cual nos ha costado mucho tiempo de recopilación, trabajo e investigación, donde creemos que una vez termine de leer será usted consciente de la manipulación a la que ha sido expuesto el «Nuevo Testamento» por la religión Católica, y cómo ha eliminado y modificado radicalmente partes de este pues rompe con sus dogmas que nada tienen que ver con las verdaderas enseñanzas de Jesús.

¿Nació Jesús el 25 de diciembre?¿Fue Nazaret el lugar donde lo hizo?¿Era José su Padre realmente?¿Pudo ser su origen de otro mundo?¿Era un hombre normal y para nada divino?¿Tenía hermanos, mujer e hijos?¿Donde está sus descendencia?¿Lo apodaron el «niño asesino» cuando era pequeño?¿Es la religión católica una invención del emperador Constantino?¿Es Jesús una invención para manipular al pueblo?

El equipo de «Un Surco En La Sombra» responde a estas y muchas más incógnitas en un largo estudio que recopila teorías realmente diferentes a todo lo que se ha dicho públicamente de la vida de Jesús a lo largo de la historia. Nos sentimos orgullosos del trabajo realizado y poder dar la oportunidad de ver la otra cara de la moneda.

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Una vez dicho esto le damos las gracias por su tiempo y le mostramos la información que buscaba. Estamos seguros que será de su agrado y le hará que pensar


Numerosos pasajes de la vida de Cristo pertenecen, en realidad, a evangelios apócrifos, textos donde se relataba a los primeros cristianos todo tipo de anécdotas de la vida de Jesús.

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Pablo de Tarso no perteneció al círculo inicial de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret, pero sus escritos constituyen la base de la mayor parte de la fe cristiana. Para él, lo verdaderamente importante en la vida de Jesús fue su muerte y resurrección. Sin embargo, algunos seguidores de Pablo, como los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan, le enmendaron la plana: consideraban que la vida de Cristo también tenía importancia, y por ello compusieron sus evangelios. Pero con el paso del tiempo estas «vidas de Jesús» se quedaron muy cortas en detalles para los lectores, ávidos de saber más sobre el Mesías.

Los autores de los evangelios apócrifos intentaron llenar con sus historias los huecos que dejaban los cuatro evangelios aceptados por la Iglesia. Por ello abundan en datos sobre la vida oculta de Jesús y transmiten detalles de sucesos recogidos por los evangelistas. Por ejemplo, es en los apócrifos donde se dice que los Magos de Oriente eran reyes y se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar.

La historia de la Verónica

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Algo parecido sucede con la Verónica, la mujer que enjugó con un lienzo el rostro de Cristo mientras caminaba hacia la cruz. Su historia y su nombre sólo aparecen en el evangelio de Lucas: «Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!».

Pero este pasaje supo a poco a la piedad cristiana, que lo transformó en la historia siguiente, recogida en el apócrifo Muerte de Pablo: «Cuando mi Señor se iba por ahí predicando, y yo carecía de su presencia muy a pesar mío, quise que me pintaran su imagen, para que, mientras me veía privada de su presencia, me diese al menos consuelo su figura. Y cuando llevaba el lienzo al pintor para que me la pintara, mi Señor me salió al paso y me preguntó a dónde iba. Cuando le expliqué la causa de mi marcha, me pidió el lienzo y me lo devolvió señalado con la imagen de su venerable faz. Por consiguiente, si alguien mira con devoción su aspecto, obtendrá el beneficio de su curación». De hecho, «Verónica» es un vocablo grecolatino: vero icono, que significa «verdadera imagen» de Jesús.

«Verónica» es un vocablo grecolatino: vero icono, que significa «verdadera imagen» de Jesús

La crucifixión

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En el episodio de la crucifixión de Jesús, los apócrifos también rellenan las lagunas de los evangelios canónicos. Según estos últimos, a la izquierda y a la derecha de Jesús fueron crucificados dos bandoleros, que es como los romanos llamaban a los sediciosos que se oponían a su poder. El Evangelio de Nicodemo nos proporciona los nombres de estos bandidos. Allí se refiere que el prefecto romano Poncio Pilato, tras oír que los judíos desean la muerte de Jesús, decreta su muerte: «Tu raza te ha rechazado como rey. Por eso, he decidido que en primer lugar seas azotado según la costumbre de los reyes piadosos, y luego seas colgado en la cruz en el jardín donde fuiste apresado; y que los dos malhechores Dimas y Gestas sean crucificados juntamente contigo».

Uno de los episodios que más llaman la atención en la pasión de Jesús sólo aparece en el Evangelio de Juan: la lanzada de un soldado romano al costado de Jesús para hacer que su muerte acaeciera de manera segura. En este texto, el soldado es un personaje anónimo, pero el Evangelio de Nicodemo y una presunta Carta de Pilato a Herodes Antipas nos revelan su nombre, Longino, y su cargo, centurión.

Jesús en los infiernosResultado de imagen de Jesús en los infiernos

Entre la muerte y resurrección de Jesús hay un oscuro episodio, que no aparece en los evangelios, pero sí en un par de breves alusiones de un escrito canónico, la Primera epístola de Pedro (3,19; 4,6): el descenso de Jesús a los infiernos. Este hecho se desarrolla en la segunda parte de un apócrifo, el Evangelio de Nicodemo. Unos cuantos sacerdotes, un levita y un doctor de la Ley cuentan cómo en el retorno de Galilea –donde habían sido testigos de la ascensión de Jesús hasta Jerusalén– les salió al encuentro una gran muchedumbre de hombres vestidos de blanco, que resultaron ser los resucitados con Jesús. Entre ellos reconocieron a dos que se llamaban Leucio y Carino, que les contaron los maravillosos acontecimientos tras la muerte del Maestro, entre ellos su visita a los infiernos.

El comienzo de la narración suena así: «Estábamos nosotros en el infierno en compañía de todos los que habían muerto desde el principio. Y a la medianoche amaneció en aquellas oscuridades como la luz del sol, y con su brillo fuimos todos iluminados y pudimos vernos unos a otros. Y al punto nuestro padre Abraham, los patriarcas y los profetas y todos a una se llenaron de regocijo y dijeron entre sí: “Esta luz proviene de un gran resplandor”. Entonces el profeta Isaías dijo: “Esta luz procede del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”». Los antiguos patriarcas comenzaron a regocijarse de inmediato con la liberación que se les avecinaba, mientras que Satán prevenía a sus huestes a fin de que se prepararan para «recibir» a Jesús.

Satán mandó reforzar las puertas del infierno, pero al conjuro de una voz celestial «se hicieron añicos las puertas de bronce, los cerrojos de hierro quedaron reducidos a pedazos, y todos los difuntos encadenados se vieron libres de sus ligaduras, nosotros entre ellos». Entonces «penetró dentro el rey de la gloria en figura humana, y todos los antros oscuros del infierno fueron iluminados. Enseguida se puso a gritar el Infierno mismo: “¡Hemos sido vencidos!”». Jesús tomó por la coronilla a Satanás y se lo entregó al mismo Infierno para que lo mantuviera a buen recaudo. Luego condujo a todos los patriarcas fuera del oscuro antro, comenzando por Adán y siguiendo por Henoc, Elías, Moisés, David, Jonás, Isaías y Jeremías, Juan Bautista…

La otra Iglesia

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Así pues, los evangelios apócrifos satisfacían el interés de los primeros cristianos por la vida de su Maestro, alimentando su curiosidad con todo tipo de anécdotas que los escuetos evangelios canónicos no proporcionaban. Pero esta diversidad de testimonios y relatos sobre la vida de Cristo reflejaba una realidad que ya debió de darse al poco de su muerte. Así lo manifiesta el propio Evangelio de Lucas, que comienza con las palabras dirigidas por su redactor a un personaje llamado Teófilo: «Ya que muchos han intentado escribir la narración de los sucesos que se han cumplido entre nosotros, […] pareciome también a mí, después de haberme informado de todo exactamente desde su origen, escribírtelos por su orden, dignísimo Teófilo, a fin de que conozcas la verdad de lo que se te ha enseñado». El texto, compuesto hacia los años 95-100, nos indica que circulaban múltiples tradiciones sobre la vida de Jesús cuando habían transcurrido unos setenta años de su muerte en la cruz, ya que el autor aspiraba a ofrecer «la verdad» respecto a lo mucho que se decía sobre la cuestión. En tal sentido, los apócrifos sirven para contrastar datos o dichos de Jesús que ofrecen los evangelios aceptados por la Iglesia. Así, pueden hacer surgir dudas sobre la corrección de algunos pasajes canónicos. Es sabida, por ejemplo, la divergencia en la tradición aceptada por la Iglesia sobre quién fue la primera persona a la que Jesús se apareció tras su muerte: según Pablo de Tarso, fue el apóstol Pedro; según los evangelios de Juan y Marcos, quien primero lo vio fue María Magdalena; según el evangelio de Lucas, fueron dos de los discípulos de Cristo, de camino al pueblo de Emaús; pero según el Evangelio de los hebreos, apócrifo, fue Santiago, hermano de Jesús. Y en alguna ocasión los apócrifos pueden transmitirnos una sentencia de Jesús que probablemente sea verdadera, como el dicho número 83 del Evangelio de Tomás: «El que está cerca de mí está cerca del fuego. Y quien está lejos de mí está lejos del Reino».

Los apócrifos sirven para contrastar datos o dichos de Jesús que ofrecen los evangelios aceptados por la Iglesia

Por otra parte, estos textos también permiten dibujar una imagen de la Iglesia primitiva diferente a la que terminó imponiéndose. Así, tanto el Evangelio de María (redactado a mediados del siglo II, y que convierte a María Magdalena en la primera apóstol, enfrentada a Pedro, a la que Jesús encomienda difundir las enseñanzas secretas) como el Evangelio de Felipe (del siglo III) defienden la imagen de una comunidad de seguidores de Jesús en la que tenían mucha importancia las mujeres, que luego fueron perdiendo terreno por la evolución masculinista de la Iglesia.

Precisamente ahí reside la importancia de los apócrifos: en el hecho de que posibilitan nuevas aproximaciones a las dos fuentes de la fe católica: las Escrituras y la tradición. Sin duda, el acercamiento al Jesús histórico debe hacerse a través de los documentos más cercanos a él en el tiempo: los evangelios canónicos. Pero sin olvidar los apócrifos, que desempeñan una función de contraste nada despreciable.

La torre de David

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Este antiguo recinto fortificado (que hoy acoge un museo) se levanta en la parte más antigua de Jerusalén.

Jesús Niño

María y José presentan a su hijo en el Templo. Pintura por Giovanni Bellini. 1460. Fundación Stampalia, Venecia.Resultado de imagen de Pintura por Giovanni Bellini

 

Este artículo es propiedad de:nationalgeographic.com.es

4 Comments

  • Anibal Pedro dice:

    El primer anticristo Pablo de Tarso no perteneció al círculo de los doce apóstoles de Cristo, ya que como militar al servicio de sanedrín fue uno de los primeros perseguidores de Cristo y sus seguidores. De igual forma, sus escritos constituyen la base de la estructura de la Iglesia Católica; en la que lo mas importante de la vida de Cristo se resume en su muerte y resurrección.

    Los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan, verdaderos seguidores de Cristo nos enseñan que su vida y las enseñanzas se perpetúan en la eternidad porque es la base de la nueva sociedad que se instaurara en nuestra morada. Una sociedad libre de todo prejuicio como el individualismo, egoísmo y egocéntrica, en la que la base de esa sociedad será el amor al prójimo.

    Estos hechos fueron y son ocultados por el sistema imperante, la misma que se impuso por violencia a sangre y fuego, para implantar el oscurantismo, mentira, desigualdad e injusticia.

    Fuente: www. cienciaceleste. org. pe

  • Anna Bell dice:

    EVANGELIO SIGNIFICA «BUENAS NUEVAS» Y UN FRACASADO ESTUDIANTE DE LA SABIDURIA DIVINA, NICODEMUS, QUIEN NO PUDO COMPRAR LA CLAVE DEL CONOCIMIENTO REAL, NO FUE CAPAZ, SINO, DE BUSCAR QUIEN PODIA VENDER LO POCO QUE SABIA, DEL CRISTO, ASI COMO DE LOS CIELOS Y DE LOS INFIERNOS… Y EN BASE A ELLO INVENTAR UNA SITUACION INEXISTENTE DE SIEMPRE.
    .
    PUEDEN BUSCARSE Y PRETENDER ENCONTRAR MUCHAS VERSIONES DIGNAS DE VALOR, EN MANUSCRITOS, CUENTOS, HISTORIETAS Y SERIAS TEORIAS EN TORNO A LA VIDA DE JESUS DE NAZARETH; MAS ELLO NO SIGNIFICA QUE PODRAN SABER ALGO REAL DEL CRISTO, NO, PARA SABER REALMENTE, PARA CONOCER LA VERDAD EN TORNO AL CRISTO, ES BASICO Y FUNDAMENTAL RENUNCIAR A LA FRIA Y DEMONIACA RAZON, Y CULTIVAR EL FUEGO SAGRADO QUE NOS ILUMINE LA CONSCIENCIA, QUE LA LLENE DE LUZ.
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    SOLO CON FUEGO Y LUZ PODEMOS ESTUDIAR EN LAS MEMORIAS DE LA NATURALEZA LA VIDA DEL CRISTO JESUS, Y TODO LO DEMAS, ES SOLO UNA ORQUESTACION CINICAMENTE FALSA, QUE PRETENDE DESTRUIR LO QUE JAMAS CONSEGUIRAN: LA DIVINIDAD DEL CRISTO JESUS.
    .

  • Fran dice:

    Año 303, inventan el cristianismo, de Fernando Conde Torrens.

  • La clave que desata o descifra el misterio de la vida y pre-existencia de Jesús llamado CRISTO, no se halla de hecho, en los evangelios apócrifos, sino en la verdad. Porque los evangelios apócrifos o no son inverosímiles. La VERDAD es la Historia Sagrada misma, y los evangelios son argumentos alusivos hechos a mano, relatados de manera indirecta y enigmática usando tropos, metáforas y toda clase de figuras literarias, que sólo tenían el propósito de despistar a los indignos. Me referiré al siguiente fragmento para declarar La Verdad de todo este asunto:

    – «Estábamos nosotros en el infierno en compañía de todos los que habían muerto desde el principio. Y a la medianoche amaneció en aquellas oscuridades como la luz del sol, y con su brillo fuimos todos iluminados y pudimos vernos unos a otros. Y al punto nuestro padre Abraham, los patriarcas y los profetas y todos a una se llenaron de regocijo y dijeron entre sí: “Esta luz proviene de un gran resplandor”. Entonces el profeta Isaías dijo: “Esta luz procede del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”». Los antiguos patriarcas comenzaron a regocijarse de inmediato con la liberación que se les avecinaba, mientras que Satán prevenía a sus huestes a fin de que se prepararan para «recibir» a Jesús.

    Satán mandó reforzar las puertas del infierno, pero al conjuro de una voz celestial «se hicieron añicos las puertas de bronce, los cerrojos de hierro quedaron reducidos a pedazos, y todos los difuntos encadenados se vieron libres de sus ligaduras, nosotros entre ellos». Entonces «penetró dentro el rey de la gloria en figura humana, y todos los antros oscuros del infierno fueron iluminados. Enseguida se puso a gritar el Infierno mismo: “¡Hemos sido vencidos!”». Jesús tomó por la coronilla a Satanás y se lo entregó al mismo Infierno para que lo mantuviera a buen recaudo. Luego condujo a todos los patriarcas fuera del oscuro antro, comenzando por Adán y siguiendo por Henoc, Elías, Moisés, David, Jonás, Isaías y Jeremías, Juan Bautista…>> –

    Se refiere al asalto al reino de Babilonia, perpetrado por Ciro II «el Grande» de Persía, y está relativamente ligado al Capítulo 5, 1-31 del Libro de Daniel. Porque, si comparamos el Capítulo 1, 18-25 del evangelio de Mateo, «Jesucristo» es un término compuesto que alude a la re-encarnación de Ciro II, llamado Emanuel en la Élite Judía, según la versión de Isaías 7, 14-15.

    En el esoterismo Judío se considera al Cristianismo como una segunda fase Trascendental del cuerpo de Doctrina. en el que ya no es solamente como diga en la Torá, sino según el Evangelio. Y el Evangelio es la Tesis Mesiánica llamada CRISTO, transliteración del Nombre CYRUS de la lengua persa, y que corresponde con el nombre de Emanuel en lengua hebrea. Si analizamos detenidamente el Libro de Daniel, en el Capítulo 9, 20-27, encontraremos que, Ciro II fue asesinado 72 semanas después de la redención de Israel del cautiverio babilonio, cuando fue asesinado Belsasar, rey de Babilonia. Y seguidamente, debemos revisar atentos, el Capítulo 45 de Isaías, donde se afirma que Ciro II es el redentor de Israel, y cuya misión era, después de la Diáspora, reconstruir el Templo de Dios en Jerusalén y restaurar las ciudades asoladas, en asistencia socio-económica a las viudas y a los huérfanos.

    Por eso, en la Carta de Santiago 1, 19-27 se hace alusión al asunto de la verdadera religión. El Cristianismo pues, no es el catolicismo impuesto por Constantino I «el grande», sino, el Evangelio de Jesucristo…y «Jesucristo» se compone de tres afijos latinos: Je-suá christus, que significa YO SOY CIRO. Y si «Emanuel» es una transliteración del persa CYRUS, entonces, Jesús sí era EL REDENTOR de Israel, que estuvo re-encarnado allí, en Nazaret …! – Isaías 45, 1-7. – Saludos.

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