LAS MUJERES MÁS INFLUYENTES DE LA HISTORIA y que marcaron un cambio ¿Bueno o malo?

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  • 26 enero, 2018

1.-Isabel I de Inglaterra:

El reinado de la reina Isabel I de Inglaterra fue uno de los más largos y determinantes de la historia de su país. Llegó al poder después de ver cómo su madre era decapitada por orden de su propio padre y vivir unos años recluida y alejada del orden sucesorio. Pero el destino quiso que Isabel subiera al trono en 1558 y reinara sobre Inglaterra e Irlanda hasta su muerte, en 1603. La reina estrechó lazos con Francia, se enfrentó a su rival María de Escocia y plantó cara al imperio de Felipe II. Su reinado sentó las bases de un largo tiempo de hegemonía inglesa sobre los mares y amplios territorios de ultramar. También fueron años de gran esplendor en el mundo del arte y de la literatura, con Marlowe y Shakespeare como adalides de las letras inglesas. Solamente su extraña aversión al matrimonio y su empeño por ser recordada como la reina virgen exaltando su relación con su pueblo por encima de un solo hombre, hicieron de ella un personaje un tanto excéntrico y misterioso.
Un nacimiento, una frustración
Isabel Tudor nacía el 7 de septiembre de 1533 en el palacio de Placentia, en Greenwich. Su llegada al mundo venía precedida de una auténtica revolución en la corte y el gobierno de su padre, Enrique VIII, quien se separó de su primera mujer, Catalina de Aragón, quien sólo le había dado una hija, la futura María I. Para conseguir el divorcio y poderse casar con su amante, Ana Bolena, Enrique rompió con el papado y se autoproclamó cabeza de la iglesia de Inglaterra.
Pero cuando el bebé de Ana resultó ser otra niña, la decepción del regio padre fue importante. Poco tiempo después, la desdichada esposa daba a luz un bebé muerto, terminando con la paciencia de su esposo quien empezó a acusarla de adulterio y no dudó en condenarla a muerte. Ana Bolena moría decapitada el 19 de mayo de 1536.
Isabel no encajaba entonces, como su media hermana María, en la nueva vida de su padre. Casado por tercera vez con Jane Seymour, con la que, al fin tuvo el ansiado heredero, deslegitimó a sus dos hijas mayores. Isabel vivió mucho tiempo alejada de la corte.
El ascenso al poder
Isabel recobró su estatus de princesa gracias a Catalina Parr, última esposa del entonces ya decrépito Enrique VIII. Catalina consiguió que el rey firmara en 1544 el Acta de Sucesión según la cual tanto Isabel como María recobraban sus derechos al trono por detrás de su hermano Eduardo. Durante aquellos años Isabel vivió bajo la protección de Catalina, quien le ofreció además una amplia educación humanista y la acercó a la fe protestante.
El 28 de enero de 1547 fallecía el viejo rey Enrique VIII y subía al trono su único hijo varón como Eduardo VI. Durante los años de reinado de su hermano, Isabel continuó bajo la protección de Catalina aunque su situación estuvo en varias ocasiones comprometida al verse envuelta en alguna supuesta conjura para ascender al poder.
Eduardo, un niño enfermizo desde su nacimiento, moría con tan sólo quince años, en 1553. A pesar de tener dos hermanas que debían sucederle en el trono, tal y como había dejado estipulado su padre, Eduardo, influido por el duque de Northumberland, nombró a su prima segunda lady Jane Grey su legítima heredera. Aquel episodio turbulento de la historia de Inglaterra terminó en pocos días  con la condena a muerte de la desdichada reina.
María Tudor se convertía en María I el 1 de octubre de 1553. Durante su reinado, Inglaterra volvió al catolicismo y se vivieron tiempos convulsos en los que la nueva reina se ganó el triste apodo de María la Sanguinaria. Su matrimonio con su primo, Felipe II, tampoco fue del agrado de los ingleses quienes intentaron colocar a Isabel en el trono. La princesa terminó recluida en la Torre de Londres pero su hermana no consiguió que fuera alejada de la sucesión ni tampoco su conversión al catolicismo.
Cuando María fallecía el 17 de noviembre de 1558 sin haber dejado descendencia, Isabel conseguía, al fin, subir al trono de Irlanda e Inglaterra. Isabel I era coronada el 15 de enero de 1559.
Luces y sombras en su reinado
Con la coronación de Isabel, Inglaterra iniciaba un periodo de profundas y complicadas relaciones con el resto de potencias europeas. Con la vecina Escocia, donde reinaba su pariente María Estuardo, nieta de la hermana de Enrique VIII, se enfrentó en varias ocasiones por cuestiones religiosas y políticas y terminó con la trágica detención y muerte de la reina escocesa. Francia, emparentada por matrimonio con Escocia y protagonista de un profundo conflicto con los hugonotes estuvo también en el punto de mira de la política exterior de Isabel.
Pero con quien tuvo un conflicto abierto más duro fue con su antiguo cuñado, el rey Felipe II de España. Los conflictos contra los protestantes en Flandes que el imperio español llevaba lidiando desde hacía años o las constantes incursiones de los piratas Francis Drake y John Hawkin en el mar poniendon en jaque a la flota española en más de una ocasión terminarían con la paciencia del rey prudente.
Felipe II decidió atacar Inglaterra con su tristemente famosa Armada Invencible pero no lo consiguió. La derrota de España frente a las tropas inglesas en el mar fue un gran éxito político para Isabel pero sumió a su pueblo en un largo tiempo de crisis económica.
La fobia de la reina al matrimonio
Los problemas internos y externos se mezclaban con la constante preocupación del reino por la futura sucesión de la reina. Isabel, quien gobernó siempre asesorada por su fiel William Cecil y su hijo Robert, no consintió nunca en aceptar marido. La duda acerca de su sexualidad, de posibles malformaciones, de algún tipo de aversión psicológica al sexo opuesto sobrevoló toda su vida y después de su muerte, sobre la vida de una reina que aseguraba que su verdadero esposo era el pueblo de Inglaterra. Palabras hermosas pero que no solventaban el problema sucesorio.
Robert Cecil, quien sustituyó a su padre en el papel de asesor de la reina tras su muerte, decidió que Jacobo, el hijo de la desaparecida María Estuardo, podría ser la solución al problema dinástico. Su elección fue del agrado de la reina quien, en su lecho de muerte, aceptó la elección de Cecil y el hijo de su antigua rival reinaría los años siguientes como Jacobo VI y abriría el camino hacia la unión de Inglaterra con Escocia.
Isabel I de Inglaterra fallecía el 24 de marzo de 1603 en el palacio de Richmond. Su reinado, convulso, espléndido y controvertido, fue un tiempo de renacimiento cultural y puso las bases del futuro imperio inglés que alcanzaría su hegemonía internacional hasta bien entrado el siglo XIX.

2.-María Teresa de Austria:

ría Teresa de Austria (1717-1780), Archiduquesa de Austria, Emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico y reina de Hungría y Bohemia, no fue solo la única mujer que detentó el poder de los territorios habsburgueses en los 650 años de la historia de esa dinastía, sino que además fue una inteligente estadista, una entusiasta reformista y una esposa y madre apasionada. Por todo ello, la emperatriz María Teresa está considerada como una de las mujeres más influyentes y poderosas del siglo XVIII. En estas líneas repasamos su biografía.

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María Teresa de Austria nace el 13 de mayo de 1717 en Viena, siendo hija del emperador Carlos VI (1685-1740) y de la princesa Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel (1691-1750). La entonces Princesa recibió una estricta educación, una vez que las posibilidades de que reinara se fueron incrementando con el paso del tiempo – sus padres no lograron engendrar varón tras su nacimiento, solo a dos hermanas, las princesas María Ana (1718-1744) y María Amalia (1724-1730) – y de que el Emperador hubiera promulgado en 1713 la Pragmática Sanción, que autorizaba que el trono pasara a descendientes del sexo femenino. Habida cuenta de que con esta disposición jurídica la sucesión del Emperador en su hija quedaba avalada, María Teresa no tuvo que preocuparse en contraer un matrimonio estratégico, sino que se abría la puerta a una boda por amor. Su elección sería la del duque Francisco Esteban de Lorena (1708-1765), aristócrata francés con el que prácticamente se había criado y de quien estaba profundamente enamorada. La boda se celebraría el 12 de febrero de 1736.

Los primeros años del matrimonio de la futura Emperatriz solo pueden ser calificados de apasionados, como así demuestra la correspondencia de María Teresa con su esposo. La pareja engendraría a lo largo de su matrimonio 16 hijos, doce niñas – entre las que se encontraba la desafortunada reina María Antonieta (1755-1793), guillotinada durante la Revolución Francesa y cuatro varones, entre ellos el futuro emperador José II (1741-1790) – que serían criados entre algodones, especialmente por su padre, hombre muy cariñoso y dadivoso. Si la faceta sentimental de la Princesa era miel sobre hojuelas, pronto, tras la muerte de Carlos VI en 1740, los problemas políticos y estratégicos comenzarían a hacer acto de aparición en su vida.

El 20 de octubre de 1740 el emperador Carlos VI muere en el Palacio Favorita de Viena a causa, probablemente, de la ingestión de setas venenosas. La princesa María Teresa, sin apenas formación de gobierno, se convierte en heredera a título de Emperatriz de un vasto imperio con innumerables problemas territoriales y económicos derivados sobre todo de dos conflictos bélicos acontecidos en los últimos años de reinado de su padre. La Emperatriz y su marido, que fue nombrado coregente, se afanan desde un primer momento en la tarea de gobierno y en el saneamiento de las endebles cuentas del Imperio, pero casi de inmediato sus enemigos intentarán aprovecharse de su debilidad.

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El primero de ellos será el rey Federico II de Prusia (1712-1786), conocido como Federico el Grande, quien poco después de la coronación de la nueva Emperatriz, invade el territorio de Silesia, dándose así inicio a la llamada Guerra de Sucesión Austriaca, que se alargará hasta 1748. A las maniobras del mandatario prusiano, se unirán franceses y bávaros, invadiendo los territorios occidentales de la Emperatriz. Ésta, lejos de amilanarse, tomó la decisión no solo de no rendirse, sino de reconquistar todas las zonas ocupadas. Así, la Soberana reforzó el ejército, el número de efectivos se dobló en comparación con los tiempos del emperador Carlos VI, reformó el sistema tributario del Imperio, poniendo el acento en las partidas de defensa, y centralizó el poder político.

Todas estas medidas sirvieron para modernizar el Imperio y para hacerlo crecer económicamente. Si bien la Guerra de Sucesión se saldó con la pérdida de Silesia, región situada principalmente en la actual Polonia, la autoridad de María Teresa y de su marido salió respaldada. La Emperatriz había dejado de ser a ojos de sus enemigos una joven pacata e inexperta para convertirse en una estadista y en una rival de primer orden en el escenario europeo.

No serían esas las únicas reformas que la Emperatriz pusiera en marcha. Suya fue la iniciativa de promover un nuevo código civil para el Imperio, el llamado Codex Theresianos, que se caracterizó, para la época, por tener una naturaleza marcadamente progresista. Asimismo la Emperatriz fue clave para reformar la sanidad austríaca y para hacer disminuir la mortalidad infantil de esa nación. Las generaciones más jóvenes siempre fueron la obsesión de la Emperatriz quien fue asimismo responsable de una profunda modernización del sistema educativo del país europeo, introduciendo la educación obligatoria para todos los niños de edades comprendidas entre los seis y los doce años, una medida auténticamente revolucionaria para la época.

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En 1756 las hostilidades contra Prusia se reiniciaron. La Emperatriz decidió terminar con su alianza con Gran Bretaña y aliarse con Rusia y Francia. Federico II respondería con la invasión de Sajonia, que daría lugar a la llamada Guerra de los Siete Años (1756-1763). Pese a lo dramático del largo conflicto, la Emperatriz, con su habitual habilidad política, logró mantener el estatus de Austria dentro del conjunto de naciones europeas, como así quedó recogido en el Tratado de Hurbertusburgo de 1763.

La tragedia alcanzaría a la Emperatriz dos años después cuando su esposo, el emperador Francisco, fallece de una apoplejía fulminante mientras se celebra la boda de su hijo el príncipe Leopoldo (1747-1792) con la infanta de España María Luisa de Borbón (1745-1792). La Emperatriz, quien siempre se confesó enamorada como el primer día de su esposo, quedó devastada. Es conocido que inmediatamente tras el deceso pidió que se le cortara su larga melena rubia y que se destruyeran todos sus vestidos de fiesta. A partir de ese momento yhasta su muerte, la Emperatriz, de hecho, siempre vestiría de luto. No solo la muerte del Emperador se dejó notar en el aspecto físico de su esposa, también su rol público cambió radicalmente, una vez que la Soberana se retiró completamente de las apariciones oficiales, recluyéndose en sus aposentos con un dolor indescriptible por su viudedad.

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La profunda depresión de la Emperatriz acabó afectando a la gobernación de su país, por lo que en septiembre de 1765, se decidió que su hijo el príncipe José se convirtiera en coregente. Poco a poco el Príncipe fue asumiendo más poder, en perjuicio de su madre, cada vez menos interesada por los asuntos mundanos. La relación entre madre e hijo, de hecho, comenzó a deteriorarse. La emperatriz, empecinada y consciente de su talento político, se negó a abdicar en su hijo, creyendo que el paso del tiempo sanaría el enorme dolor de la pérdida de su amado marido.

En 1767 la Emperatriz sufre viruela, pero consigue sobrevivir, aunque con graves secuelas, como una persistente tos, problemas respiratorios o un insomnio crónico. El 24 de noviembre de 1780 cae gravemente enferma, muriendo cuatro días después. Su hijo José, finalmente, alcanza el trono y se convierte en Emperador hasta su muerte en 1790. Los restos mortales de la emperatriz María Teresa de Austria descansan en la Cripta Imperial de Viena junto a los de su marido en un espectacular doble sarcófago que la Emperatriz mandó construir en vida.

3.-Emperatriz Dowager Cixi:

fue una gobernante china que ejerció el poder desde el año 1861 hasta su muerte en 1908. Era una líder ambiciosa y conservadora. Se opuso a la influencia extranjera y apoyó el Levantamiento Yihétuán.

Yehonala fue labrando una red de influencias y empezó a ejercer el poder en la sombra, un poder que mantendría en sus manos durante más de 40 años. En 1860 se declaraba la Segunda Guerra del Opio, en la que Inglaterra, ayudada por Francia, iniciaba por segunda vez un conflicto armado contra China para hacerse con el lucrativo comercio del opio. Ante la amenaza de los ejércitos occidentales que llegaron hasta las puertas de la Ciudad Prohibida, la familia imperial huyó para refugiarse en la residencia de caza de Yehol. Agotado y afectado por el consumo de opio, el emperador moría el 22 de agosto de 1861.
Yehonala tomó entonces el nombre de Cixi y asumió el papel de regente de su hijo, el joven emperador de 6 años, Tongzi. Así, hasta 1873, año en el que Tongzi asumía la mayoría de edad, China fue gobernada por dos mujeres, las emperatrices Cixi y Ci’an.
Pero el 12 de enero de 1875, apenas dos años después de haber asumido el poder, el emperador Tongzi fallecía a causa de la viruela. Las dos emperatrices volvían entonces a asumir la regencia durante 7 años, hasta la muerte de la emperatriz Ci’an. Cixi gobernaría entonces en solitario.
La antigua concubina, consciente de la falta de un heredero directo, pues a pesar de que su hijo Tongzi se había casado no había tenido descendencia, escogió a su sobrino, un niño de 3 años, como el próximo emperador. El pequeño Guangxu creció al lado de su tía hasta que cumplió la mayoría de edad y asumió el poder. Un poder relativo pues, igual que el anterior emperador, Guangxu fue una marioneta en manos de la emperatriz Cixi.
En aquellos años la emperatriz Cixi hizo prevalecer sus ideas conservadoras y antioccidentales. Con la intención de preservar la dinastía y la tradición, la emperatriz no dudó incluso en aliarse con los bóxers durante su rebelión. La guerra de los bóxers duró dos años aproximadamente, entre 1899 y 1901. En este tiempo, las fuerzas conservadoras e inmovilistas chinas intentaron frenar las influencias japonesas y occidentales. En los levantamientos, miles de extranjeros, progresistas y cristianos fueron asesinados.
La emperatriz Cixi tuvo que asumir la derrota de los bóxers y aceptar las condiciones de paz dictadas por Japón y las potencias occidentales. Cuando la emperatriz Cixi volvió a la Ciudad Prohibida nombró a Puyi, sobrino de Guangxu, emperador. Sería el último de la dinastía. Poco tiempo después, el 15 noviembre de 1908 moría la última emperatriz de China.

4.-Emperatriz Wu Zetian:

Emperatriz china de la dinastía Tang, nacida en el año 625 con el nombre de Wu Zhao o Wu-hou y fallecida en 705, gobernó China en calidad de regente de su hijo, el emperador Ruizong (684-690), y como emperatriz, entre 690 y 705. Wu Zetian constituye un caso único entre los emperadores chinos al ser la única mujer que ocupó oficialmente el trono, destacando por sus extraordinarias cualidades de gobernante y una crueldad legendaria que le convirtieron en uno de los personajes más famosos de la historia de China. Su reinado se caracterizó por el régimen de terror impuesto en el interior contra todo posible oponente político y las luchas contra los enemigos exteriores del Imperio.

Hija de un rico comerciante de Taiyuan que apoyó la implantación de la dinastía Tang, Wu Zhou entró en palacio como concubina del emperador Taizong, y al morir éste, pasó a serlo de su hijo, el emperador Gaozong. Dotada de una astucia sólo a la altura de su crueldad, Wu urdió intrigas dirigidas contra la emperatriz Wang, consiguiendo que cayera en desgracia y convirtiéndose ella misma en la única consorte imperial (655). A continuación purgó a todos los altos cargos del Gobierno y la Administración, recurriendo al asesinato en muchos casos, al exilio o la tortura en otros, y estableció en su lugar a acólitos propios. Una vez puestos en sus manos todos los resortes del poder, la ambiciosa emperatriz trasladó la capital imperial a Luoyang (657), medida encaminada a disminuir la influencia en la Corte de la poderosa aristocracia del norte, y dirigió personalmente las tareas de Gobierno, apoyándose especialmente en la baja nobleza y los estratos inferiores de la clase funcionarial; todo ello se produjo con el beneplácito del emperador, sobre quien Wu logró una influencia tan grande que llegó a controlar por completo su voluntad, aunque inteligentemente simuló actuar siempre en su nombre.

Tras la muerte del emperador Gaozong y el ascenso al trono de Zhongzong, Wu Zetian dio otro paso para asegurar su privilegiada posición en la Corte: como quiera que el nuevo soberano mostró pronto una actitud independiente, instigó un golpe palaciego que le depuso, elevando en su ligar a otro de sus hijos, Li Dan (Ruizong), más propicio a dejarse manipular por su madre. Sin embargo, no conforme con ello, en 690 obligó a Ruizong a abdicar y se autoproclamó emperatriz de China, adoptando incluso un nombre dinástico distinto, Zhou (Chou). Para consolidar su régimen, Wu llevó a cabo una cuidadosa estrategia de legitimización que incluía la «fabricación» de una nueva genealogía familiar sacralizando sus orígenes, para lo que se sirvió especialmente del ritual budista (véase budismo), el levantamiento de templos a sus antepasados y de gigantescos monumentos religiosos -entre los que destaca la estatua del Buda Maitreya de Longmen-, o el dictado de medidas populistas (incremento de salarios, exenciones de impuestos, indultos, etc.) para atraerse las simpatías del pueblo; no obstante, la persecución política y los asesinatos prosiguieron aún con más saña si cabe, culminando en una enorme matanza de miembros de la familia Tang, de la aristocracia e intelectuales de la escuela confuciana (697).

La política exterior del Imperio chino estuvo determinada igualmente por la fuerte personalidad de Wu Zetian. Ésta, deseosa de expandir su poderío más allá de las fronteras, adoptó una actitud agresiva que sin embargo no produjo resultados satisfactorios. Así, las tropas imperiales tuvieron que recibir la ayuda de sus aliados turcos para repeler una invasión kitan en Hopeh (696), pero dos años más tarde fueron los propios turcos al mando del khan Mo-cho quienes se alzaron en armas, siendo necesario enviar un ejército al mando del príncipe Zhongzong para derrotarlos; además, el Reino del Tíbet había incrementado notablemente su poder militar, y comenzó a amenazar no sólo la supremacía china en Asia Central, sino las propias fronteras occidentales del Imperio.

Según avanzó en edad, la personalidad de la emperatriz derivó en las excentricidades y la depravación moral, convirtiendo la corte en escenario de frecuentes orgías y mostrando una indiferencia creciente hacia sus obligaciones de Gobierno, lo que aumentó el número de descontentos. Finalmente, un golpe de Estado dirigido por la facción de los burócratas acabó con la vida de sus dos favoritos -al mismo tiempo que amantes- y le obligó a abdicar en la figura de Zhongzong, quedando así restaurada así la línea masculina de la dinastía Tang. Wu Zetian falleció ese mismo año a la edad de ochenta años.

5.-Isabel I de Castilla:

La princesa Isabel no estaba destinada a ser reina, pero la muerte de su hermano Enrique IV la llevó al trono de Castilla. Isabel ejerció el poder por sí misma y llevó al reino a la cúspide de su prestigio.

No estaba destinada a ocupar el trono, pero su determinación le permitió conquistarlo. Ya dueña de la corona, ejerció por sí misma el poder y llevó al reino de Castilla a la cúspide de su prestigio. Cuando nació su hija, Isabel, el rey Juan II de Castilla ya tenía un hijo varón de veinte años, Enrique (apodado más tarde el Impotente), nacido de su primer matrimonio con María de Aragón, y sería él quien, tras años más tarde, en 1454, le sucedería en el trono. Cuando esto ocurrió, la princesa Isabel fue enviada junto a su madre, Isabel de Portugal, a Arévalo, lejos de la corte y cerca de Medina del Campo, a cuyo castillo de la Mota se sentiría siempre estrechamente vinculada. Pese a esta aparente marginación, Isabel recibió una esmerada educación de acuerdo con lo que se esperaba que aprendiera una princesa del momento.

Enrique IV aceptó un pacto por el que, a cambio de que sus adversarios aceptaran su continuidad en el trono, reconocía a Isabel como legítima sucesora en la corona de Castilla

Desde pequeña vivió rodeada por un excelente grupo de damas de compañía y tutores, designados directamente por su padre antes de morir, entre los que se encontraban algunas de las figuras que con el tiempo estarían llamadas a desempeñar una importante función en su vida y su reinado, como Lope de Barrientos, Gonzalo de Illescas, Juan de Padilla, Gutierre de Cárdenas y fray Martín de Córdoba. De ellos recibió una formación humanística basada en la gramática, la retórica, la pintura, la filosofía y la historia. Nadie supo a ciencia cierta los motivos por los que su hermanastro, que nunca se había preocupado demasiado por ella, decidió llamarla junto a él en 1462, poco antes del nacimiento de su hija Juana.

La princesa contaba entonces diez años. ¿Pensó quizá que era preferible tenerla cerca y bien controlada? La inestabilidad política en Castilla crecía por momentos debido a las desavenencias entre el monarca y algunos magnates del reino, capitaneados por el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo. Las tensiones llegaron a su punto extremo en 1465, cuando los nobles impusieron al rey un humillante conjunto de medidas que limitaban su poder. Una de las exigencias que Enrique IV debió aceptar fue que la princesa Isabel se alejara de la corte y tuviera casa propia en el Alcázar de Segovia. Tan sólo tres años después, el propio Enrique aceptó un pacto -materializado en una venta cercana a los Toros de Guisando, cerca de Ávila- por el que, a cambio de que sus adversarios aceptaran su continuidad en el trono, reconocía a Isabel como legítima sucesora en la corona de Castilla.

Aconsejada por el arzobispo Alfonso Carrillo, Isabel tomó como pretendiente matrimonial al candidato aragonés, Fernando, hijo y heredero, como ella, de otro Juan II. Todo se llevó en el más absoluto secreto. El 5 de septiembre de 1469, Fernando partió de Zaragoza disfrazado de criado y acompañado por tan sólo seis personas. Cuatro días después tenía lugar la ceremonia nupcial, que incluyó la bendición también en el sentido político, del arzobispo Carrillo. Al día siguiente, como era preceptivo, el matrimonio fue debidamente consumado en la cámara nupcial ante un selecto grupo de testigos. Los cronistas oficiales presentaron su encuentro como un amor a primera vista. Pero, por supuesto, Fernando tenía tantos intereses políticos en ese matrimonio como los que pudiera tener su esposa. Una fría mañana del 12 de diciembre de 1474 llegó al Alcázar de Segovia, donde habitaba la pareja, la noticia de que Enrique había muerto. Al día siguiente, Isabel I se autoproclamó con toda solemnidad reina de Castilla y envió cartas a las principales ciudades del reino exigiéndoles obediencia. Pero el camino distaba mucho de quedar expedito. A las pocas semanas, su sobrina Juana hacía lo mismo, Y no sólo eso: negociaba con su tío, el belicoso rey Alfonso de Portugal, un contrato matrimonial que permitiera unir las fuerzas de ambos reinos con el objetivo de defender sus derechos. Comenzaba así una sangrienta guerra por el trono castellano que no finalizaría hasta septiembre de 1479, con los tratados de Alcáçovas y Moura. La victoriosaIsabel I exigió que su sobrina renunciara al matrimonio con Alfonso y entrara como monja en el convento de las clarisas de Coimbra. Con ello, la reina pretendía garantizar a cualquier precio que su rival no tuviera descendencia.

Isabel la Católica

6.-La Reina Victoria:

heredó el trono a los dieciocho años. Se convirtió en un icono nacional y en la figura que encarnaba el modelo de valores férreos y de moral personal típico de la época.Durante su reinado el Imperio Británico se expandió por 6 continentes, convirtiéndose en el más grande de la historia. Victoria gobernó por  63 años y 7 meses ha sido el gobierno más largo en la historia del Reino Unido y se le conoció como época victoriana. Fue un periodo de cambio industrial, cultural, político, científico y militar en el Reino Unido.

Para mi una persona puede ser influyente de forma positiva o negativa, sin embargo cuando hablamos de heroínas solo pienso en alguien que hizo algo mejor por el mundo, su sabiduría trajo bienestar y tranquilidad.

«La Reina Victoria: heredó el trono a los dieciocho años. Se convirtió en un icono nacional y en la figura que encarnaba el modelo de valores férreos y de moral personal típico de la época.Durante su reinado el Imperio Británico se expandió por 6 continentes» shuuuper heroina, que bakan la mujer, inglaterra en africa destruyendo cultura, pisoteando a las personas, esclavitud, pobreza…. inglaterra en china opio, guerra, muertes, tortura, abusos… inglaterra en australia pisoteo de una gran cultura, esclavitud, pobreza, hambruna, destruccion de musica y conocimientos ancestrales, inglaterra en america los gringos les tienen caleta de cariño por sus abusos.
Sin duda esa desgraciada maldita fue influyente, la esclavitud, pobreza, hambruna, pisoteo de naciones incluso hermanas como los irlandeses la recuerdan frecuentemente seguro, pero que en el mundo en los 6 continentes piensen en ella como heroina lo dudo mucho

7.-Emperatriz Teodora:

Emperatriz Teodora

Teodora nació en el año 497-500 y murió en el 548. Fue la emperatriz del Imperio Bizantino y la esposa del emperador Justiniano I. Junto con su marido, ella es santa de la Iglesia Católica Ortodoxa. Con su ascensión al trono imperial, Justiniano I hizo a Teodora emperatriz consorte y, al parecer, fue convertida en una compañera efectiva en el ejercicio del poder.

Con voluntad de hierro, mostró un notable talento para el gobierno. En la revuelta de Nika, de 532, las personas protestaron contra el aumento de impuestos. Temiendo la reacción de la población, Justiniano I consideró la huida. Sin embargo, el consejo y el liderazgo de Teodora pondrían fin a los disturbios y salvarían al imperio. Ella convenció a Justiniano I para utilizar los impuestos para pagar por la reconstrucción de iglesias, que lo hizo por el pueblo.

Vida y funciones de Teodora

Como describe el historiador bizantino Procopio de Cesarea (500-565 d.C.) en su libro Historia secreta, Teodora (497-548 d.C.) era la hija de Acacio, quien cuidaba del Hipódromo de Constantinopla. Cuando quedó huérfana a los 4 años de edad, siguió a su hermana en la carrera teatral. A los 15 años, ya era una bailarina muy conocida y mimo, popular por su belleza y su talento para la comedia. En sus viajes por Egipto, conoció a Timoteo, un monofisita (que creía que Jesucristo tenía una naturaleza compuesta, humana y divina), que influiría mucho en su educación religiosa.

Mientras trabajaba como hiladora de lana en Constantinopla, Teodora se reunió juntoJustiniano I (483-565 d.C.), el heredero del trono bizantino y 20 años mayor que ella. Justiniano I se enamoró de Teodora, y en el 523, su tío Justino I (452-527 d.C.), derogó la ley que prohibía a los senadores a casarse con mujeres del teatro, lo que permitió el matrimonio.

Cuando el tío murió, Justiniano I subió al trono y colocó a su lado a Teodora como regente. El talento y la autoridad de Teodora fueron evidentes de inmediato en todos los aspectos administrativos, religiosos y políticos. Al comienzo de su reinado enfrentó a varios conflictos políticos y sociales con éxito como, por ejemplo, la insurrección (mencionada anteriormente como la revuelta de Nika) que estalló en Constantinopla. Teodora convenció a su marido de no salir de la ciudad cuando el palacio fuera atacado, lo que permitió a sus tropas, al mando del general Belisario, dispersar a los rebeldes.

Mientras que ella apoyó por completo el deseo del marido para reconstruir el Imperio Romano, Teodora siempre se opuso a la expansión de sus dominios a través del constante estado de guerra. La historia ha demostrado que su opinión era realmente la opción más sabia. Justiniano I fue famoso por haber codificado el derecho romano, un proceso que duró diez años, y Teodora tuvo una gran influencia en su pensamiento. El resultado de sus obras -el Código de Justiniano (Codex lustinianus, en latín) y otros volúmenes- siguen siendo la base del sistema legal de muchos países europeos.

La devoción de Teodora a la justicia social para las mujeres era única en su tiempo. Durante su reinado, las leyes de divorcio fueron modificadas; las hijas tenían el derecho a la herencia; fue dado a las esposas el derecho de retener el control de sus dotes y pasó a ser prohibida la venta de niños como esclavos para pagar deudas de los padres. Un decreto del año 535 prohibió los prostíbulos en las principales ciudades y, Teodora compró, con sus propios recursos financieros, la libertad de 500 chicas que habían sido comercializadas para la prostitución, concediéndoles a su vez un hogar cerca del Mar Negro para ellas.

Después de Teodora muriese de cáncer a los 51 años, Justiniano I quedó muy afectado por lo que pocas leyes vigentes fueron aprobadas en los 17 años que siguieron hasta su muerte.

8.-Leonor de Aquitania:

1-Leonor de Aquitania es el personaje femenino de la edad media mas influyente, poderoso, y sin duda, el que mas ha contribuido al desarrollo de las libertades femeninas.

 

En un mundo dirigido por hombres en el que las reinas quedaban relegadas a un papel secundario como madre de los herederos legítimos, ella supo ejercer un papel político muy importante gracias a su gran inteligencia. Tenía una extraordinaria personalidad que no dejó indiferente a ninguno de los que la conocieron. Su formación cultural, su habilidad e inteligencia, así como su gran belleza que conservó hasta su vejez, la convirtieron en una mujer excepcional.

Ha sido la mujer mas fascinante de toda la Edad Media. Varias son las razones de esta fascinación:

Leonor era una mujer muy bella (aspecto este confirmado por numerosos autores) y no perdió su belleza y encanto al envejecer.

Era una mujer extremadamente cultivada lo que era extraño en su época. Era una gran amante de la música y reunió en su corte de Aquitania a numerosos juglares y trovadores. Celebraba grandes fiestas, muy extravagantes para su época, en las que se exaltaba el amor cortés de los caballeros por sus damas

Poseía una gran inteligencia que manifestó a lo largo de toda su vida.

Era una mujer muy poderosa que ostentaba la soberanía de un amplio dominio de territorios por derecho propio y era perfectamente consciente del papel político que podía desempeñar.

2- Fue Duquesa de Aquitania y Condesa de Poitou por derecho propio gracias a la herencia recibida de su padre. Posteriormente fue Reina de Francia por su matrimonio con Luis VII y después de su divorcio,  Reina de Inglaterra, Duquesa de Normandía y Condesa de Anjou por su matrimonio con Enrique II Plantagenet.

3- Leonor nació probablemente en 1122 y era hija de Guillermo X de Aquitania y de Aenor de Châtellerault. Recibió durante su infancia una educación esmerada y refinada digna de su rango y de la pretensión de la casa Aquitania de estar entre las más evolucionadas y cultas de su tiempo.

Se le atribuyó durante su juventud un romance con su tío Raimundo del que le separaban pocos años. No se puede saber con exactitud si este romance fue verdadero o no. Lo que es innegable es que entre ambos jóvenes existía una gran afinidad que se acentuó cuando el padre de Leonor partió en peregrinación a Santiago de Compostela y confió a su hermano la tutela de su hija. Ambos permanecían mucho tiempo juntos, y de ahí a imaginar algo mas que un gran afecto no hay mas que un paso; las malas lenguas hicieron el resto.

Guillermo desapareció durante su peregrinación a Santiago de Compostela y quedó Leonor como heredera de las tierras de Aquitania y Poitou. Estas tierras estaban bajo la soberanía del Rey de Francia, Luis VI el Gordo, y por tanto los Duques de Aquitania eran vasallos suyos y les correspondía rendirle homenaje. Según las costumbres feudales, cuando un vasallo moría sin descendencia masculina y con una hija menor de edad, era al rey a quien correspondía ejercer la tutela de la heredera. Luis VI comprendió que no podía dejar pasar una oportunidad tan beneficiosa de anexionar a la corona francesa los territorios que heredaba Leonor, y tomó la iniciativa de formalizar el matrimonio de su hijo y heredero Luis VII con Leonor de Aquitania.

 4-El día de su matrimonio, Leonor y Luis se veían por primera vez tal y como solía ser en los matrimonios entre las casas reales en la edad media. Luis tenía 16 años y Leonor 15. Luis quedó muy impresionado por la belleza de Leonor y se enamoró de inmediato de ella desarrollando una actitud muy celosa hacia su esposa.

La corte de Francia donde iba a vivir Leonor no era ni por asomo parecida a la de Aquitania en la que ella había sido educada. Leonor creció rodeada de cultura, lujo y cierta sensualidad que se manifestaba en el amor cortés que los caballeros sentían por sus damas lo que los llevaban a batirse en torneos por ellas. En la corte de Aquitania, era habitual la presencia de trovadores que cantaban las hazañas de los héroes de caballería y la realización de grandes fiestas muy extravagantes. Las mujeres usaban vestidos con escotes y vivos colores. Teniendo esto en cuenta es fácil imaginarnos lo que sintió Leonor al llegar a la corte de París, fría, ruda y bastante conservadora en lo relacionado con las costumbres y la vestimenta, que en nada podía compararse al esplendor y la alegría que reinaban en Aquitania. Por otro lado, en París se hablaba la lengua de oíl mientras que Leonor hablaba la de oc (ambas lenguas romances que se hablaban en Francia en aquella época). Todo esto originó un sentimiento de rechazo hacia Leonor a la que se veía como la extranjera que introducía vestimentas inmorales y costumbres libertinas en la corte de París. El entorno del rey la odiaba y la acusaba de mala reputación inventando rumores  sobre infidelidades con el objetivo de desprestigiarla. Le reprochaban su gusto por los trovadores y los relatos de hazañas caballerescas, así como su afición a beber. Además, Leonor solo tuvo dos hijas con su esposo, María y Alix no pudiendo darle el ansiado heredero varón que Luis VII deseaba.

5-La corte de Aquitania en la que creció Leonor y de la que posteriormente fue Duquesa era el máximo exponente de la cultura de aquella época y en la que mas se desarrolló el concepto del “AMOR CORTES” . Se trataba de historias de amor platónico entre una dama y su caballero, que recitaban los trovadores en forma de poemas. Casi siempre era una concepción platónica del amor en la que una dama, siempre de origen noble, se enamora de un caballero de la corte. La dama se mantenía siempre inalcanzable para su caballero, el cual se contentaba con lucir sus colores y pelear por ella en justas y torneos. En la época en la que vivió Leonor, en la que para las mujeres de la realeza los matrimonios eran siempre concertados por motivos políticos, el “amor cortés” suponía una forma de manifestar sus deseos y preferencias por determinados caballeros fuera de los matrimonios.

6- Leonor participó con su marido en la segunda cruzada. Se ha especulado mucho sobre la razón por la cual Leonor acompañó a Luis en esta cruzada. Se sabe que fue una decisión del propio rey puesto que era muy celoso y no quería dejar sola a su mujer durante tanto tiempo. Es a partir de aquí cuando la relación de los esposos comienza a deteriorarse de manera importante. En Antioquía, Leonor se reencuentra con su tío Raimundo y se reavivan los rumores sobre su relación que incrementan mas aún los celos de su esposo. Es en esta época cuando se desarrolla el rumor de la relación de Leonor con el sultán Saladino. Esto es completamente falso. Leonor y Saladino nunca llegaron a verse ni conocerse. En la época de la cruzada, Saladino tenía tan solo 10 años. Toda esta historia se inventó con la única finalidad de manchar la reputación de la reina de Francia. A raíz de todo este desacuerdo, se plantea por primera vez la posibilidad del divorcio de la pareja real tal y como Leonor quería. Las causas reales serían por un lado las divergencias políticas y militares de la pareja y por otro lado, las relaciones adúlteras que Leonor haya podido tener  durante su matrimonio(no se sabe exactamente con quien ).

La segunda cruzada fue un auténtico fracaso y los reyes volvieron a casa .

 7-La situación matrimonial de los reyes de Francia no mejoraba. Un hecho importante contribuyó a aumentar mas el deseo de Leonor de divorciarse de su marido. Godofredo Plantagenet, Conde de Anjou, había conquistado la corona Ducal de Normandía y fue a la corte del rey de Francia a rendirle homenaje por los nuevos territorios como vasallo suyo. Le acompañaba su joven hijo Enrique de 18 años que causó una enorme impresión en Leonor por su belleza y bravura. Poco después de esta visita, Leonor consigue el divorcio de su marido por motivos de consanguinidad pues los verdaderos motivos de la ruptura no podían alegarse, unos porque no eran motivo para disolver un matrimonio y otros, porque hubieran ilegitimado a la descendencia del rey de Francia privándole de un heredero (heredera en este caso pues la pareja tuvo solo dos hijas). Después de su divorcio, en un breve plazo de dos meses, se casa con Enrique Plantagenet convertido ya en Duque de Normandía y Conde de Anjou por la muerte de su padre. Leonor ha conseguido algo que no era nada habitual para las mujeres en su época, divorciarse de su esposo y sobre todo recuperar los territorios de su herencia paterna sobre los que volvería a ejercer como su soberana.

Sorprende mucho el hecho de que la iglesia aceptase un divorcio por consanguinidad cuando este aspecto era muy habitual en los matrimonios reales, y se solían otorgar fácilmente dispensas matrimoniales. Suponemos por tanto que debía haber una razón grave para la autorización del divorcio pero que no se podía esgrimir públicamente. No se sabe a ciencia cierta cual fue esta razón, pero lo mas plausible es que uno de los motivos fuera el adulterio de la Reina aunque no existen pruebas de ello. En la época de Leonor, era bastante habitual el desarrollo de chismes que no tenían base alguna como el de Saladino con el único objetivo de desacreditar. Lo que estaba claro es que Leonor no era feliz con su marido e hizo todo lo posible para obtener el divorcio. Luis VII no se correspondía con el ideal masculino de la reina, mas cercano a la figura de Enrique Plantagenet.

8-Leonor había planeado cuidadosamente antes de su divorcio, su matrimonio con Enrique Plantagenet. Este matrimonio le aportaría las coronas ducales de Normandía y Anjou y posiblemente la corona de Inglaterra que Enrique reclamaba para su madre la Emperatriz Matilde hija del rey de Inglaterra. Por otro lado, estaba claro que Leonor estaba enamorada de Enrique, quien poseía una gran personalidad y belleza física. Leonor mantuvo muy bien guardado el acuerdo de su boda con el heredero Plantagenet, pues si su marido se hubiese enterado, jamás habría autorizado el divorcio pues Enrique era un vasallo muy poderoso que aumentaría mucho mas su poder con el matrimonio con Leonor, llegando a poseer mas territorios que el propio rey de Francia.

9-El matrimonio de Leonor y Enrique fue un matrimonio por amor, por lo menos por parte de Leonor, a la vez que también fue un acuerdo político. Leonor tenía 11 años mas que su esposo y todavía era extremadamente bella, por lo que a Enrique no le disgustaba su esposa y era sensible a sus encantos, pero en ningún caso estaba enamorado de ella. Para Enrique, el matrimonio le aportaba todo el sud-oeste del reino de Francia, que su mujer fuera hermosa era un aliciente mas pero no algo importante. Para Leonor, Enrique correspondía exactamente con su ideal masculino, era rudo, viril e infatigable, a la vez que cultivado y apasionado por la poesía de los trovadores. Leonor finalmente había encontrado un compañero a su altura con el que confiaba desempeñar un papel principal en el gobierno de sus territorios y estaba ademas profundamente enamorada de él.

Leonor tuvo ocho hijos con Enrique Plantagenet.

Guillermo fallecido a los tres años

Enrique el Joven heredero de las posesiones paternas: Inglaterra, Normandía y Anjou

Ricardo heredero de las posesiones maternas: Aquitanina y Poitou.

Godofredo Duque de Bretaña por su matrimonio con Constanza de Bretaña

Leonor

Juana

Matilde

Juan si Tierra

10-A medida que los años pasaban, Leonor se daba cuenta de que Enrique no la amaba y que se había casado con ella únicamente por sus posesiones y solo la consideraba con la madre de sus hijos legítimos, siendo sus relaciones distantes y esporádicas. Enrique había tenido numerosas amantes hacia las que Leonor mostró cierta comprensión hasta que Enrique se enamora de la joven Rosamunda. La atracción es tal que en lugar de mantener en secreto la relación , Enrique la hace pública. Leonor se siente celosa y agraviada. Las relaciones con su esposo pasan a ser muy tensas hasta el punto de provocar un enfrentamiento directo entre ellos. Leonor promovió las numerosas rebeliones de los tres hijos mayores del rey contra su padre. Estas rebeliones no llegaron a buen fin. Los hijos terminaron sometiéndose a su padre y Leonor fue encarcelada primero en Chinón (Francia) y luego en Salisbury (Inglaterra) hasta la muerte del rey Enrique en 1189. Fueron en total 16 años de cautiverio que finalizaron cuando su hijo Ricardo fue coronado rey de Inglaterra como legítimo heredero a la muerte de Enrique II, y ordeno inmediatamente la liberación de su madre.

Recuperada su libertad, Leonor se convierte en regente de todos los dominios angevinos ante la marcha de su hijo Ricardo a la Tercera Cruzada y su posterior cautiverio. Tras su vuelta, se retira a la abadía de Fontevrault hasta la muerte de Ricardo en 1119.

De todos los hijos varones que tuvo Leonor sin duda su favorito fue siempre Ricardo. A él entregó la regencia del Ducado de Aquitania cuando Ricardo tan solo tenía 15 años. La temprana muerte de su hermano Enrique el Joven, convirtió a Ricardo en rey de Inglaterra y a su hermano menor, Juan sin Tierra en Heredero al trono. Leonor conocía bien el difícil carácter de su hijo Juán, siempre intrigando en contra de su hermano Ricardo, y trató de conseguir que Ricardo tuviera un heredero. Con tal fin, concertó su matrimonio con Berenguela de Navarra y viajó con ella hasta Chipre para que se celebrasen los esponsales. Ricardo se encontraba en Chipre con los cruzados que esperaban que el tiempo mejorase para poder embarcarse hacia Tierra Santa. La boda se celebró en Limasol, pero Ricardo no mostró el mas mínimo interés por su esposa a la que apenas volvió a ver no teniendo descendencia.

La muerte de Ricardo fue un golpe durísimo para Leonor. Además de perder a su hijo favorito, Leonor tuvo que abandonar su retiro de Fontevrault para conseguir la coronación de Juan sin Tierra como rey de Inglaterra.

Juan no era el único aspirante a rey, existía una persona con mejor derecho, era Arturo de Bretaña hijo de Godofredo Plantagenet hermano menor de Ricardo pero mayor que Juan. Leonor sabía de la incapacidad de su hijo Juan para reinar, pero la opción que le quedaba no era precisamente buena. Arturo era para ella un nieto desconocido que se había criado en la corte de Francia y era por tanto afín al rey Felipe Augusto, enemigo implacable de los Plantagenet. Por este motivo, y muy a su pesar, Leonor reunió todas sus fuerzas para proclamar a su hijo Juan rey de Inglaterra. Conseguido esto, tampoco pudo descansar ya que se mantuvo el mayor tiempo posible al lado de él para evitar que este dilapidara toda la herencia recibida de sus padres. Al final de su reinado, Juan sin tierra había perdido todos su dominios continentales en Francia de los Plantagenet manteniendo solo  los de Inglaterra.

En 1200, con casi 80 años, Leonor viaja a Castilla cruzando los Pirineos para escoger entre sus nietas las infantas de Castilla (hijas de su hija Leonor y de Alfonso VIII de Castilla) la esposa del futuro Luis VIII de Francia. La elegida fue Blanca. Se dice que descartó a otra de sus nietas, Urraca, porque su nombre era prácticamente impronunciable en francés.

Muere en 1204 y es enterrada en la abadía de Fontevrault.

9.-Hatshepsut:

Cuando accedió al trono de Egipto, Hatshepsut se rodeó de un grupo de funcionarios y sacerdotes que ejercieron los principales cargos de gobierno: visir, superintendente de palacio, gran arquitecto real…

Hatshepsut suele ser recordada como una de las contadas mujeres que alcanzaron el rango de faraón. Lo hizo en contra de todas las leyes y costumbres del Estado egipcio, aprovechando una serie de circunstancias dinásticas que le permitieron dar cauce a su ambición de poder. Hija de Tutmosis I y su esposa principal, la reina Ahmose Nefertari, su matrimonio con su hermanastro Tutmosis II la convirtió en reina consorte y, tras quedar pronto viuda, asumió la regencia hasta que su hijastro Tutmosis III –hijo de Tutmosis II y de una de sus esposas secundarias– alcanzase la edad necesaria para gobernar. Al cabo de siete años cambió su nombre por el de Maatkare Hatshepsut y empezó a mostrarse como único soberano de Egipto, adoptando los atributos de un faraón –la barba postiza y el tocado nemes– y los epítetos reales masculinos de Rey del Alto y el Bajo Egipto y  Señor de las Dos Tierras. Ni siquiera cuando Tutmosis III alcanzó la mayoría de edad renunció Hatshepsut al poder. Así, durante casi dos décadas Egipto tuvo dos faraones, la madre y el hijastro, que reinaron conjuntamente sin aparentes conflictos, aunque fue la soberana quien llevó las riendas del país.

Como faraón, Hatshsepsut ocupó el centro de una brillante corte radicada en la capital del país, Tebas. En ella, además de los miembros de la familia real y sus sirvientes, figuraba un gran número de cortesanos y oficiales que desempeñaban funciones civiles, religiosas y militares. Conocemos los nombres de algunos, como Maya, responsable de los profetas (sacerdotes); Mentekhenu, encargado de la seguridad del palacio, o Satepihu, responsable de los sacerdotes de Tinis. Los tres personajes más poderosos de la corte tebana, sin embargo, fueron Hapuseneb, Senenmut y Djehuty.

El cargo más importante en la administración egipcia era el de visir. Equivalente a un jefe de gobierno actual, el visir despachaba directamente con el rey y todos los demás cargos se hallaban bajo su responsabilidad. Sabemos que Hatshepsut tuvo varios visires a lo largo de su reinado. Heredó el que ya tenía Tutmosis II, Ineni, también arquitecto real, al que no tardó en relegar. Useramum, por su parte, al parecer estuvo más próximo a Tutmosis III. El que tuvo un papel más destacado durante el reinado de Hatshepsut fue sin duda Hapuseneb. Como gran sacerdote de Amón, administrador de los templos y jefe de los profetas del Alto y Bajo Egipto, le aseguró el apoyo del poderoso clero de Amón. Fue también responsable de la construcción de la tumba de la soberana en el Valle de los Reyes. Hapuseneb concentró en su persona el máximo poder judicial, administrativo y religioso, algo excepcional para un personaje que no tenía sangre real.

El enigma de Senenmut

El otro gran pilar del gobierno de la reina fue Senenmut. Su padre, Ramose, quien ya ocupaba un alto cargo con  Tutmosis II, lo introdujo en la corte real.  Con Hatshepsut, Senenmut acaparó numerosos títulos: gran arquitecto real, jefe de los aposentos reales, superintendente de palacio, mayordomo de la esposa del Dios, responsable de los sellos reales… Su reconocimiento queda reflejado en una inscripción del templo de Karnak en la que bajo su imagen se lee: «El más grande entre los grandes, en el país entero, uno que escucha lo que debe ser escuchado, el único entre los únicos, el mayordomo de Amón. Soy el que entra en el palacio real siendo amado, y cuando sale de él es alabado, regocijando el corazón del rey diariamente, el amigo, el gobernador del palacio, Senenmut». En el templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahari, cuya construcción supervisó, su imagen aparece asimismo detrás de las puertas de las capillas.

Senenmut fue incluso tutor de la princesa Neferure, hija de Hatshepsut, que la pretendió casar con Tutmosis III, proyecto que se frustró por la prematura muerte de la joven. Hasta se ha especulado con que Senenmut fuese amante de Hatshepsut y padre de su hija, lo que explicaría las esculturas de granito en las que aparece acompañado de la princesa. Sin embargo, a partir del año 19 del reinado de Hatshepsut, el nombre de Senenmut desaparece de los textos; tal vez había fallecido o cayó en desgracia al apoyar a Tutmosis III en la fase final del reinado de la soberana.

Otro personaje importante en la corte de Hatshepsut fue Djehuty, que ostentó los cargos de gran arquitecto real, supervisor de los trabajos y supervisor del tesoro. Djehuty dirigió a los artesanos encargados de las capillas y templos en Tebas; participó en la construcción, ampliación y renovación de numerosos monumentos en Egipto y Nubia, y se encargó de registrar y contabilizar los exóticos productos traídos del país del Punt, que Hatshepsut hizo plasmar en las paredes de su templo.

Djehuty se encargó asimismo de decorar los templos de Karnak y Deir el-Bahari con grandes puertas de cobre e incrustaciones de electro, aleación de oro y plata con la que también hizo cubrir dos grandes obeliscos de granito llevados desde las canteras de Asuán hasta el templo de Karnak bajo la supervisión de Senenmut. En los relieves de la  primera terraza del templo de Hatshepsut se muestran estos obeliscos sobre la cubierta de un barco en el momento de su transporte.

Borrada de la historia

Podrían citarse todavía otros funcionarios de Hatshepsut. Por ejemplo, la gran expedición comercial y diplomática al país del Punt, que estaba formada por cinco barcos y 210 hombres, fue dirigida por Nehesy, un oficial de origen nubio que ocupó los cargos de mensajero real, portador del sello real y canciller del norte. Nehesy tenía la misión de negociar con los gobernantes de aquel territorio, y en particular con el cacique Parehu y su deforme esposa Ivy, como se ve en los relieves del templo de Deir el Bahari.

Desde que Hatshepsut murió hacia el año 22 de su reinado, cayó un manto de silencio sobre su figura. La mujer que había osado proclamarse faraón fue objeto de una damnatio memoriae, la eliminación de toda referencia a su reinado, como si éste no hubiera tenido lugar; incluso su nombre quedó suprimido de la Lista de los Reyes. Tradicionalmente se pensaba que el responsable había sido Tutmosis III, pero investigaciones posteriores han demostrado que la operación se llevó a cabo de forma paulatina, sobre todo durante las dinastías XIX y XX. Serían los estudiosos europeos de los siglos XIX y XX, como Champollion, Naville, o Carter, quienes rescatarían la memoria de la gran reina del Imperio Nuevo.

10.-Catalina II de Rusia:

también conocida como Catalina la Grande, gobernó Rusia por 34 años y fue la encargada de llevar las ideas de Ilustración al país que sigue siendo el más grande del mundo. Se le denominó Semíramis del Norte y fue considerada como una mujer inteligente, culta, sagaz, muy hábil y apasionada. Mantuvo una gran amistad y comunicación con los grandes ilustrados franceses, como Diderot, Montesquieu, Voltaire y  con el escritor belga Charles-Joseph de Ligne.

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