
- El aterrizaje sobre el cometa requerirá siete horas para la delicada operación inédita en la historia de la exploración espacial.
- Por primera vez, un ingenio construido por el hombre aterrizará en un cometa, que vuela a 440 millones de kilómetros del planeta azul.
La sonda Rosetta se prepara para que su nave exploradora Philaes aterrize en el cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko, en una misión histórica para el ser humano.
Nada menos que diez años ha durado el viaje de 6.400 millones de kilómetros por el Sistema Solar de la sonda Rosetta, hasta llegar al cometa donde espera posarse este miércoles, si todo sale bien en la arriesgada operación de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Pero antes de que Philaes pose sus metálicas patas sobre el «punto J» elegido – de un kilómetro cuadrado de superficie- la cercanía al cometa ya ha deparado algunas sorpresas a los científicos.
El cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko está cantando en el espacio. No es broma, eso es lo que han descubierto los científicos que controlan cinco instrumentos de la nave Rosetta que sirven para proporcionan una amplia variedad de información complementaria sobre el entorno de plasma que rodea el cometa.
Karl-Heinz Glaßmeier, responsable de Física y sensórica espacial de la Universidad Técnica de Braunschweig, ha explicado que el cometa parece estar emitiendo una ‘canción’ en forma de oscilaciones en el campo magnético en el entorno del cometa.
La está cantando a 40-50 Milihertz, muy por debajo de la audición humana, que normalmente capta el sonido entre 20 Hz y 20 kHz. Pero para hacer la música audible al oído humano, y que podamos disfrutar la melodía, las frecuencias se han incrementado en un factor de aproximadamente 10.000.
Esta música se escuchó claramente por primera vez en agosto, cuando Rosetta se acercó a un radio de 100 km del cometa.
Ahora los científicos piensan que debe ser fruto de algún modo de la actividad del cometa, que libera partículas neutras en el espacio en el que se cargan de electricidad debido a un proceso llamado ionización. Pero el mecanismo físico exacto detrás de las oscilaciones musicales sigue siendo un misterio.
«Esto es emocionante porque se trata de algo completamente nuevo para nosotros. No esperábamos esto y todavía estamos trabajando para comprender la física de lo que está pasando», dice Karl-Heinz.